m i l o n g a .-

La peinan y la estucan entre doce, después sale vestida de Sissi con madreñas y baila un fox descangallao con un pavo guaperas repeinao y depilado.

Le regalan el sueño de millones de mujeres infinitamente más dignas de ese vestido, señoras con “eñe” que se lo curran entre oficinas, cremas de noche, croquetas y Fixpolvo. Sin embargo la susodicha llora, se defiende ante sus incondicionales. "Es que soy de San Blas" -les aclara.

Pero San Blas se desentiende. Quita, quita -dice el hombre-, y añade que lo suyo son las enfermedades de garganta, que las conexiones neuronales se las deja para Dios.

La elegancia es democrática y con ella se nace incluso en el extrarradio, la periferia no es excusa, repartidas por los infinitos barrios de Madrid hay peluqueras que podrían enseñar moldales al mismísimo Príncipe de Beckelar, cajeras de Sepu con más estilo que Ava Gardner.

En cambio la ordinariez es voluntaria, es como enseñar un tirante del biquini por el escote de una camiseta fucsia en la que pone con lentejuelas Wanna be your bitch.

En desagravio pego esta milonga de cine, The Tango Lesson (1997) que quien subscribe vio en los Buñuel, que en paz descansen. Sala 2, creo recordar.