la puñetera lechera


Ciertas piedras han desarrollado extremidades, la piedra de la pasta gansa tiene las piernas de Usaín Bolt y con ella tropezamos siempre.

Somos más materialistas que Marilyn vestida de fucsia, peores que Scrooge y Mc Pato asociados, unos patéticos especuladores amateur. Especular por cierto es una palabra horrible que suena todavía peor.

Hace cuarenta años que Paco Martínez Soria vendía el melonar para convertirse en un infeliz con monóculo y faja de lana. La moraleja de la peli se nos ha olvidado, murió con Rafaela Aparicio. Queremos ser ricos sin dejar de jugar al tute y que Aladino mientras ponga al genio a currar a destajo. El que no tenga nada que vender que se joda y siga madrugando.

Hoy, la ardilla de Felipe II podría atravesar la Península saltando de sinvergüenza en sinvergüenza. España optó por dejar de ser imperial para casarse con Europa, al principio una chica muy limpia y educada pero que, con el tiempo y a la primera crisis, la abandonó dejándole los pufos. Ahora la patria es propiedad de una secta de gerentes de puticlubs que se la arriendan a sus cuñados como si fuera una tumbona de playa.

En lo que respecta a parecelas rústicas quien suscribe únicamente posee dos tiestos, uno lo tiene con un geranio, el otro sólo lo utiliza para salirse de él. Carezco de un centímetro cuadrado de turba con el que turbar a estos sospechosos cowboys veguenses que pintan de amarillo el canto de los duros de Franco y nos los pasan por euros.

De haber poseído una sola hectárea, y antes que verla ejercer de pilingüi en Eurovegas, imitando a Don Justo levantaría sobre ella un Empire State con tarritos vacíos de yogur.

Es por ver si King Kong trepa por él y al caer aplasta el Mercedes recién adquirido de alguno de estos gilipollas.




Lo de las mujeres convertidas en lámparas y candelabros es un poco extraño. 

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La noticia en “El Mundo”.

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viendo la tele todavía podemos ser inteligentes



Hemos roto algunas cosas, díselo sino a los rosales de Fukishima, pero como especie quizá no seamos tan pésimos, quítale nuestra tendencia al exterminio y omite los chándales de lycra y verás que el balance no es tan malo.

Poseer cien mil millones de neuronas no deja de ser una ventaja, vinculadas por sus axiones de colores nos permiten ir por la vida de vertebrados divagantes y civilizados, desde Arquímedes corriendo en pelotas por la calle hasta el último video de Marta Sánchez nos lo hemos currado.

En lo que a un servidor respecta las ocho temporadas de House tienen mucho que ver, a la altura de cuando vi a Kenneth Branagh recitar un monólogo de Shakespeare, en inglés, no me enteré mas que de los yeses pero me importó un pito. 

Así las cosas, y hasta la fecha en la que un servidor disponga de posibles para visitar Florencia, habrá de conformarse con experimentar éste tipo de modestas plenitudes, en este caso limitadas a dos dimensiones y treinta pulgadas.

El personaje se tiene que morir, no opino, solicito, y si  así no sucede en postproducción agréguenle un acantilado de Maryland, que por él  se despeñen moto y médico.

Quien suscribe no quiere verle envejecer repuesto ocho veces en las mañanas de agosto tal como hicieron con Chanquete.

Váyase pues, Dr. House y póngame a los pies de sus guionistas.  

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sólo quiero una hamburguesa con queso.



                                    El cierzo, tus rizos, tus risas,
                             tu orgasmo a las siete menos diez,
                             la persiana del vecino, las almohadas en el suelo,
                             un chessburguer con mil
                             patatas fritas.

                                   Son rutinas apasionantes.

                                   La navaja de Joaquín Costa,
                            las camisas de tu profesor de química,
                            un chaparrón que no nos deja cruzar la calle
                            y cinco bolas de helado,
                            todas del mismo sabor.

                                   Son excesos perfectos

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Habrá que volver a convencer a los incrédulos

Fuente de los Incrédulos (1786)

No hay chorrito ni sonido, y sí desconcierto, el tranvía le cuca un ojo cuando pasa, en plan corporativo, pero la fuente sigue seria.

Una fuente sin chorro –ella misma dice- es un absurdo, y confiesa a quien le escuche la vergüenza que le da poseer el título sólo por que lo reza la lápida del sombrero. No desea que le suceda como a Rossy de Palma, que aunque hace años que no graba un plano la siguen llamando actriz.

-Es que no hay cosa más triste que un caño seco, y aquí tengo dos.

Las ciudades chulean entre ellas de mega-estructuras a lo Ridley Scott pero se dejan durante meses sin reparar una baldosa levantada por la lluvia. Alegan contar con menos cash que Carpanta. Nadie pida pues que le corran los bancos a la sombra si el urbanista que diseñó la plazoleta se hizo la chorra un lio con el Este y el Oeste, además ya cobró el talón. Si le place al ciudadano puede ir en Julio y a las cinco a freír huevos en el esbalizaculos.

Pignatelli se inquieta, no tanto por llevar la levita perdida de excrementos de paloma como por el mosqueo de no ver llegar barcazas a la playa de Torrero. Le pregunta a Gustavo Adolfo y este, modulando la socarronería por si ofende, procura ponerle al día sin infartarle.

-Sepa además, mosén, que ahora el agua la traen de Yesa – le dice.

Don Ramón no se lo cree, ni eso ni que los jesuitas hayan regresado y como revancha cobren por aparcar a los que van a Trauma.

Pero sobre todo le mosquea que la chavala que cada mañana cruza el parque para ir a trabajar, lleve en la mochila un botellín de agua de Font Vella.

Ramón de Pignatelli  (Palacio de Sástago, Zaragoza)




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el rey se va de bísnes.


Este bloc opina que el rey no tiene que llegar a Chile.

Me explicaré mejor porque la frase parece la orden de un padrino calabrés. El rey puede llegar a Chile todas la veces que le de la gana, cruzando la Cordillera aunque no le espere nadie, pero que no lo haga por mí. A éste servidor, y porque no hay más remedio, sólo le representa su gobierno.

Ministros ha de haber que tengan sus estudios (la FP de Ministro, supongo) y cuyo deber sea pasearse por el mundo, si es menester con un jamón serrano y un obelisco de Calatrava bajo el brazo, ponderando nuestras facturas ante los magnates chilenos, chinos o chicagüenses, invitándoles a venir a ver muñeiras al Castillo de la Mota y a comer luego una paella, y en tanto el arroz se cuece que Marisol se retrotaiga a sus once años y, con su vestido de lunares, les cante aquello de “estando contigo, contigo, contigo me siento feliz”.

Entre unas cosas y otras regresarían a sus países convencidos de la exquisitez de lo que sea que en España produzcamos, si es que todavía producimos tras varias décadas creyéndonos capaces de medrar con la sola ayuda del sol y una jarra de sangría.

Resulta difícil confiar en la eficacia de una campaña comercial en la que los potenciales clientes en lugar de llamar al sales manager usando el apellido se ve en el compromiso de llamarle majestad. Chile aún es joven, en la práctica no saben qué cosa es un rey, eso que se ahorran.

Nosotros en cambio ya estamos viejos y catarrosos, podemos continuar lo que nos quede  jugando a poseer príncipes y princesas, aparte de marcas de bragas y galletas son esa décima de historia que nos invita a hornear tartas rosas o celestes cada vez que nace un infante, y el cuento se alarga sin que ninguno de los Grimm lo zanje expropiando rentas y castillo a la Bella Durmiente hasta que no le quede otra que aceptar un curro en Telepizza.

Y a los republicanos dejémosles que lo sean, pobres, que continúen ignorando la suerte de haber crecido junto a Grimaldis y Borbones, viéndoles ir de boda y cazar ñus haciéndose esguinces como cualquier vasallo. Sólo los viejos europeos sabemos apreciar lo bien educados y campechanos que son y por eso compramos serpentinas para salir cada sesenta años a vitorear a la carroza.

Me refiero al vehículo y no a la señora.

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solidarizándome con el César.


- ¡Don Octavio hombre! ¡Que está usted hablando sólo!  –le avisa la rana.

Y es que César  está chungo, sufre una migraña de veinte siglos. Ignora a la rana, con la vista perdida y sin bajar el dedo dice para nadie:

- ¡Pulvus semper!

Cuesta oírse a uno mismo, el estruendo del martillo neumático estresa hasta a los siluros, el boquete de la calzada parece de un documental de Stalingrado y la excavadora se pone como loca, saca la tierra que pisaba el moro Muza y da con una tubería que, sintiéndose desnuda, corre a esconderse bajo el mercado.

-No se sofoque y aguante otro poco Imperator, que ya nos queda menos. –añade la rana pasado un rato pero con voz bajita de estar poco convencida.
-¿Y de dónde sale este maldito hedor? –brama Augusto- ¿Roma no ha construido cloacas en Hispania?
-Es que nos han instalado aquí mismo la cabina del retrete.

No hay jubilados interesándose por la obra porque ésta es una obra abstracta y la tercera edad tiende más a lo figurativo. Además no tienen donde posarse, estorban si se paran en el puentecillo de chapa que salva la zanja, ahora mismo lo cruza una negrita con bolsas del súper que abrieron en el lugar donde Sepu cayó asesinado, distrae a tres operarios que portan el casco en la mano y dejan de asesorar a un cuarto que taladra la calle insistentemente hasta casi pinchar China.

-¡Soy Octavio Augusto! –vocifera la escultura- ¡A mis pies tengo un imperio más vasto que el de Alejandro!
-Yo lo que veo a sus pies son dos sacos de cemento. -Apunta la rana rebordenca.

Los obreros van mirando el reloj, el sol ha parado hace rato, ya está en el bar pidiéndose un bocata. El siguiente raíl se tendrá que esperar hasta después del carajillo.

Un señor que lleva parpusa y gáfas de rockero se encara con el Ayuntamiento a gritos desde la otra punta de la plaza, pregunta porqué han suprimido la línea 86, que iba de Queens a la Almozara y le venía bien para ir a las mesas de guiñote de Central Park. Le responde una clon de Madonna vecina de Las Fuentes, que le rebate y aclara que, no es verdad que las bicicletas sean de Maricruz.

Personalmente yo me enervo porque se me empolvan los zapatos de ante azul, será por eso que el César no los lleva puestos. Cuando le voy a hacer la foto baja el dedo para hacerme un gesto de mal rollo.

-Si lo llego a saber os iba a fundar vuestra p… -Masculla.
-Sin faltar Agustín –la rana le interrumpe-, será usted divino pero tiene un  carácter de mierda.


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“Apenas comenzaba a hablar, cuando importunándole el ruido que hacían las ranas en la casa de campo de su abuelo, les mandó callar, y dícese que desde entonces no cantan en esos lugares.”

                                                                                       Las Vidas de los Doce Césares (Suetonio)

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Escaleras mecánicas de Sepu,  las primeras instaladas en España (1936)

foto y artista están aquí:    http://www.flickr.com/photos/arturo-jose/

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