La Verdad, el Tiempo y la Historia (Francisco de Goya) |
Este bloc no entiende por qué siempre
se elucubra de modo lujurioso, a qué fin tantos politicólogos con turbante y
una lechuza agilipollada en el respaldo del sillón viven de echarle las cartas
al país.
Internet es una señora impúdica y
generosa, si googleando se puede dar con la foto de boda de la sobrina del
párroco de Calasparra no comprendo porqué dichos analistas no consultan los
resultados electorales en la red y se ahorran así neuronas y saliva.
De los cinco millones trescientos
mil habitantes de Cataluña que en 2010 fueron invitados a meter el sobrecito en la ranura hubo
dos millones que optaron por quedarse en el sofá, no sé si es que en la TV3 echaban
dos capítulos seguidos de la biografía de Guardiola o si pasaron relajadamente del
asunto.
Sólo un 39% de los que sí votaron
consideró que el señor Mas hacía cara de ser un buen president y apenas un 7% se
inclinó por ERC. Un imperceptible porcentaje lo compusieron radicales surtidos
de las dos alas a los que jamás discutiría su derecho a la radicalidad siempre que el colon se
lo permita.
Presumiendo resultados similares en
ese futurible referendo por la independencia, y teniendo claro que sólo conocemos
la voluntad de la mitad menos perezosa de los electores, concluiríamos que CIU
y Esquerra juntos, caso de fraternizar hasta la cópula, que encima es pecado, no llegarían al cincuenta por ciento de las papeletas.
Eso contando con que la integridad de los votantes habituales de CIU estén dispuestos a
remangarse y cargar en la furgoneta los trastos necesarios para construír un Estado Catalán. A
los anteriormente citados del sofá se les supone una pasión independentista
similar que la que servidor tiene por la comida japonesa.
Quien malescribe este bloc no se
corre de gusto defendiendo la unidad de España, líbrenme Dios y la
Moreneta de que alguien me malinterprete (aludo al esquimal que me lee en su iPad
sentadito junto al agujero esperando a que pique un barbo si los hay en el
casquete). Sólo apunto que, a la vista de lo visto, y si bien continuará siendo tan orteguianamente
quebradiza como una copa navideña en manos del cuñado torpe, bien o mal España seguirá terminando en La Junquera.
Cuando Clío lo considere oportuno, haciendo uso de su derecho eterno y siempre discutible, nos redibujará el mapa mediante unas elecciones o valiéndose de un terremoto que convierta Cataluña en una isla y a la Ribagorza en zona de playa. A a pesar de carecer de la titulación imprescindible para opinar sin ser acusado de instrusismo por Terelu, este bloc deduce que el momento todavía no ha llegado.
Habiéndoles facilitado pues el
análisis, y gratis, ruego a los especialistas que aparquen de una puta vez el
tema y dediquen su incuestionable sapiencia a solucionarnos la papeleta, que ya
va haciendo frío.
foto El País |
Datos: Generalitat de Catalunya.
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