posavasos


Ahora sólo ponen posavasos de marcas de cerveza, para los ex alcohólicos es una broma pesada, piden un agua y se la sirven sobre un posavasos de Heineken.

Me he encontrado estos revolviendo cajones. Nunca revuelvas cajones después de los cuarenta, te percatas de demasiadas cosas que no necesitabas saber.

Por mi parte he descubierto que la población mundial de mujeres está disminuyendo. Otra posibilidad es que simplemente se hayan redistribuido por zonas, mujeres que en otro tiempo te encontrabas sentadas en una banqueta de la disco, con sus largas piernas cruzadas, hoy te las encuentras en la ventanilla donde pagas los recibos del agua. Supongo que seguirán teniendo piernas pero se las tapa el mostrador.

El Drugstore tenía sofás en el piso de arriba y el plan era que no cerrase en toda la noche, pero como esto no es Las Vegas acabó chapando a las doce, si bien conservó su pequeña tienda en la que la gente compraba a deshoras el tabaco y las pilas para oír la radio de la Base. 


Mis posavasos están escritos por atrás. En el del Drugstore anoté los nombres de Ramón y Márian, y de Gil y Lucía (deduzco que aquella noche yo sobraba). El del Coto es de cuando Santi se fue a la mili. El del Praga me recuerda una corbata estrechita de cuero pintada a mano con boquitas rojas y una cazadora Lois que lavé insistentemente con lejía hasta que, cuando por fin había adquirido los matices deseados, se me desintegró puesta.

La cafetería Formigal es parte involuntaria de la historia de esta ciudad y prescindo de rememorarla por escrito.
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