el escritor y la chica de la toalla en la cabeza. (1961)

Hubo un tiempo en el que George Peppard me caía como un tiro, tardé un poco en descubrir que el coronel Aníbal antes de mercenario fue un escritor joven y guapito de cara que ignoraba cómo se disparaba un bazooka. Me llevo mal con la gente que dispara bazookas.

Había una vez una adorable muchachita que vivía sola a excepción de un gato que no tenía nombre”

No sé Capote, no sé Scott Fitzgerald, pero Paul Varjak escribe a máquina sólo con dos dedos, uno más que yo, pero no rompe los folios sino que con ellos hace una pelota. Vive en uno de esos penumbrosos apartamentos de cuadro de Hooper con visillos y ventanas que se abren, cosas de película, siempre hacia arriba.

Siento envidia, mi balcón no da a ningún patio de manzanas aislado del mundo, en mi bloque es imposible que una jovencita cante sentada en el alfeizar, las ordenanzas municipales obligan a colocarse un arnés de seguridad.

Audrey y Peppard no coinciden en el plano, la dulcísima mirada de Holly supongo que será una toma aparte, él no estará arriba, cuando ella le miraba quizá solamente viese un foco o un rollo de cables.

Probablemente la sonrisa más bonita del cine haya sido para un foco. Me seducen las mujeres que sonríen cuando se sienten observadas.


Holly canta y toca de verdad, he probado a tocar la canción con esos acordes y funciona.
.