Buen viaje al jeque Ozores.


Debería existir alguna ley que vetase la muerte para los humoristas, y admito que esta es la reclamación egoísta de alguien a quien le aterroriza quedarse solo frente al menguante sentido del humor de nuestra prolija sociedad, compuesta por gobernantes sin imaginación y cuadriculados peatones pagadores de multas.
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