Por Haití. ( Las estrellas te lo piden desde su jardín ).

A mi prima le van bien las cosas, vive en un chalé con barbacoa, jardín y un par de arbolicos, y lo mejor es que no se toca con los vecinos, me refiero a los tabiques, mi prima hace con su vida lo que le da la gana.

No soy arquitecto (tampoco) e ignoro qué parámetros son los usados para distinguir un chalé de una casa enorme, o una casa enorme de una mansión.

Tengo claro que lo de mi prima no es una mansión. Una mansión suena a miedo, a quedaros aquí que yo bajo al sótano a arreglar los fusibles mientras el psicópata de hacha me despedaza, eso es una mansión.

Una mansión puede estar sobre una colina y tener un lago con un embarcadero. Shakira, por ejemplo, tenía una mansión en Punta del Este.

A mí plim, plim dicha mansión y plim la de Alejandro Sanz en Miami, como plim me hace la que disfrute Juanes o las posesiones que Bosé tenga repartidas por ahí como Luis Miguel Rodríguez.

Hace años que palmó el Ché, y dado que Fidel pintarrajeó los conceptos de revolución el tema del reparto de la riqueza nos suena a bolero. Además el patrimonio de los triunfadores no es asunto que incumba a mediocres blogueros únicamente poseedores de un Renault Clio verde oscuro y de una bici estática. Dicho de otro modo; a quien Dios se la dé San Pedro se la bendiga,
if God give you Saint Peter bless her.

En el fondo prefiero que los millonarios sean cantantes antes que fabricantes de misiles o banqueros: Los accionistas del BSCH deberán reconocer que Jennifer López tiene un trasero mucho mejor hecho que el de Emilio Botín.

Ganar pasta de forma desproporcionada sigue sin estar penado, tampoco la ONU se ha pronunciado nunca al respecto de recibir dólares atados en fajos sólo por dejar que te hagan fotos ante un tablón de contrachapado con el logo de Gucci estampado cien veces, y el que dos minutos de la cara de Ricky Martin equivalgan a seis meses de trabajo de un operario de una factoría de Nike en Vietnam es un detallito mínimo que sólo los muy tiquis-miquis tienen la maldad de reprochar y en el que nada tienen que ver la ética ni el sexo de la Bernarda.

Pero hablemos de Haití, una de esas putadas tremendas por las que Dios lleva perdiendo credibilidad desde hace siglos.

A Haití lo destrozaron los gobiernos propios conchabados con la pasividad de los ajenos. Ya estaba siendo saqueado mientras nosotros bailábamos el charlestón, estrenábamos luz eléctrica y comprábamos nuestros primeros Ford T. Lo machacaban a la vez que en el Primer Mundo se inventaba la tele en color o se lloraba por Lennon y diez años antes de la ésta última catástrofe Haití continuaba hundiéndose mientras aquí nos distraíamos instalando el Windows XP.

Pero entonces llegó el terremoto cabrón y nos lo pusieron en la tele justo a la hora de comer, una putada, y el caso es que eso nos tocó las vísceras y decidimos hacer algo. Los países ricos sacaron la cartera y los modestos tiraron de la Visa.

Desde entonces Haití somos todos.

Así que ellos no iban a ser menos, los artistas de fama internacional descolgaron un cuadrito de una de las habitaciones de la tercera planta de su casa de Florida y lo subastaron para que, con las pelas obtenidas, los niños haitianos puedan volver a comer pan y sémola.

Y yo al fin y al cabo sólo soy un canalla cateto que critica desde su covacha provinciana, incomodo ante tantísima solidaridad y glamour, pareciéndome excesivamente lánguida la melena de Paz Vega y ñoña la exhibición de preñez de Bébe.

-Ahí tienes la tierra; pa volvé a ará, pa limpiá, plantá, construí… -Dice ella desde su suite proponiéndole altruistamente a los haitianos una serie de actividades placenteras.

Uno es muy mezquino e incapaz de emular la asombrosa generosidad de los divos, pero como primer paso para enmendarme pego aquí el enlace después de cumplir mandando mi mensaje e invitar a mi lector (sí, a ese) a que haga lo mismo: 


http://mezclandoporhaiti.com/

Antes un apunte: con lo que cuesta el modelo de Nokia cuya publicidad protagonizó Juanes, se pueden mandar 474 sms.


Para datos acerca del bienvivir de los famosos basta con preguntar al “Hola” de toda la vida, o también aquí.