De Tom Sawyer a los desnudos al óleo (I).

Colección "Historias" de Editorial Bruguera.
Cuando Becky rompió accidentalmente una de las páginas del libro de anatomía del profesor Dobbins, Tom y yo asumimos la responsabilidad sin dudarlo un sólo instante. A los dos nos horrorizó la idea de que llas nalgas de la preciosa Becky se llevasen unos azotes. 

Si los merecen o no ese es otro tema porque, y como suele suceder con todas las hijas de los pastores protestantes, Becky es una jovencita viciosa y espiaba en las láminas con más morbo.

Yo era como ella, de ahí mi incondicional apoyo. En mi caso buscaba cuadros de Rúbens en la enciclopedia Monitor, de Salvat, que poseía mi maravillosa tía Pilarín. Las láminas eran más grandes que en la Plaza y Janés que había en mi casa.

Así es como conseguí averiguar, sólo aproximadamente, cómo eran las señoras una vez despojadas de su ropa. Las hijas de Leucipo burlaban la censura posfranquista mucho antes de que Bárbara Rey saliese en Interviú y de que en el cine Roxy, en el que se colaba hasta el más tonto, incluido un servidor, Agostina Belli y Laura Antonelli me explicasen, aunque a grosso modo, y nunca mejor dicho dadas sus hechuras, lo que me quedaba por saber. 


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