I n j u s t i c i a s.- ( el ventilador de Haití )

Otra vez Haití se fue a la porra, bajó de golpe dieciocho pisos más al fondo del infierno en el que ya vivía y del que sabían todos los gobiernos, todas las agencias de noticias y todos los que comemos al mediodía con la tele puesta.

En algún techo de Puerto Príncipe había un ventilador colgado. Un ventilador viejo con las aspas repintadas, una foto de esas geniales del tercer mundo que tú y yo subimos a Flickr inmediatamente después de deshacer la maleta.

Con algo de suerte seguirá allí, aunque la experiencia nos demuestra que a la suerte le gustan poco determinadas zonas del planeta. A la suerte le mola más el norte, el asfalto y los edificios de acero inoxidable. La suerte se encuentra a gusto entre las calles con boutiques de marca y recostada en la tapicería de un Porsche. Son manías de ella, Gardél decía que es grela, pero es que Gardél estaba muy quemado.

En mi casa tengo un ventilador muy parecido, podría pasar que a un escape del gas de Endesa se le antojase tocar los huevos en mi bloque y el ventilador cayese sobre mi cabeza precisamente mientras veo en la tele de plasma un concierto benéfico de Juanes y Bosé.

Pero creo que al menos hoy no sucederá. Rezaré en cualquier caso para que no ocurra, seguro que por alguna extraña razón mi oración será más efectiva que la del haitiano medio.

Todos los ventiladores del mundo deberían ser iguales ante Dios.
-------------------------------------