La televisión de los nostálgicos.


Apilé con cuidado las cuatro galletas destinadas a morir en el vaso de leche y le di marcha al ordenador que zumbó obediente, tocó la musiquina de Windows y me anunció que el antivirus tal y cual, y cuando por fin pude clicar obre el icono de uno de los cinco periódicos que tengo en el escritorio, se me obligó a visualizar una publicidad en la que un cuarentón con pelo gris distribuía a su señora y a sus hijos en su Audi 3.333 (o 33.333) a lo largo de una ciudad de ensueño en la que todo dios era feliz y sonreía.

Concluido el anuncio leí los titulares; el paro subido a corderetas en los lomos de ZP, el Parlamento de Cataluña vetando la comercialización de aceitunas La Española y una noticia que me ponía sobre aviso de que el Valle de los Caídos está cayéndose a trozos. Culpaban de ello al gobierno rojo, acusando a la vicepresidenta de brujería y denunciando que el PSOE tiene un plan secreto para dinamitar el monumento ayudado por una cuadrilla de rumanos con una furgoneta.

Desde hace más de un año, pormenorizaba el redactor, no es posible visitar la gélida basílica en la que descansa, que ojalá sólo sea un decir, el dictador Francisco Franco. Citaba el texto al presidente cierta fundación cuyos apellidos, merced a que Google está en todo y al tiempo todo está en él, me bastó copipastear para dar con su perfil de Facebook.

Ahí se desparramaron por mi pantalla pataleos, suspiros y quejidos. Retóricas alcanforadas de cuatro sujetos ajenos al siglo que viven, letanías mentando a Pemán, águilas y bandericas, muchas, y entre tanta caspa la foto de éste señor, documentalista considerado, que el otro día y en el programa que dirije llegó a decir que no es cierto que el general Yagüe ordenase una masacre tras la toma de Badajoz en agosto de 1936.

Según dicho programa, fueron los periodistas extranjeros (es evidente hasta qué punto nos odian a los españoles en el extranjero) los únicos responsables de haber sobredimensionado las cifras ya que el generál Yagüe, además de marqués por méritos de guerra, fue un excelente padre de sus hijas, más recto que una vara e incapaz de mandar fusilar a  cuatro mil personas. En todo caso a la mitad.



Como ejemplo éste vídeo, en el que, alabando a Millán Astray, parecen lamentar que los chavales de hoy no se vean en la obligación de luchar en una guerra.
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