C U R T I S.-


Tony Curtis abrazó una vez a Marilyn, yo me hubiese muerto justo después, él  en cambio sobrevivió cincuenta y un años. Los hay con suerte.

Puede que tuviese tocado el corazón desde entonces, Tony Curtis, que se las dió de honesto vikingo pero que bien se dejó sobitear por el libertino de Marco Licinio Craso, se encaramó en la memoria colectiva tocando el saxofón vestido de mujer con una dignidad que muchos tomáscruises le envidiarán.

Los hay con suerte, repito.

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La chica de uniforme es Janet Leigh, su primera esposa, que se parece mucho o muchísimo a la rubia mujer a la que la pirada madre de Norman Bates acuchilla tras la cortina de la ducha.