carta a la señora Hilaria


Estimada doña Hilaria.

Soy consciente de sus infinitas obligaciones, bien sé que Ud está muy ocupada yendo como loca de un lado para otro vigilando no le echen ántrax en el alpiste a la paloma de la paz, atendiendo las continuas peticiones de ayuda con las que los países pobres y católicos la molestamos.

Pero ante todo sé de su absoluta dedicación a inculcarnos valores democráticos a los que no tuvimos la gracia de haber nacido bajo su bandera, de su imparable esfuerzo por erradicar el despotismo y la injusticia del Sistema Solar.

Desde esta, mi humildísima ventana al mundo a la que escasamente se asoman mi cuñada Conchi, el párroco de San Quirico y un proxeneta convicto que pena en una cárcel bielorrusa, no pretendo otra cosa que colaborar. Siempre y cuando usted, Doña Hillary, me lo permita.

Es por ello por lo que he pensado sería conveniente transmitirle cierta información que acabo de recabar en Wikipedia:

Este señor disfrazado de Mariano Ozores, se llama Hamad Al Thani y en realidad, aunque ud. no lo recuerde, posiblemente se hayan conocido ya en alguna de esas barbacoas que acostumbran a celebrarse en los jardines de la White House, para las que, lo sé de buena tinta,  ud. se pasa la mañana horneando galletitas. Permítame salirme brevemente del tema comunicándole que es vox populi que a Barack le parecen deliciosas. Michelle es un desastre haciendo cookies y se la llevan todos los demonios. No dude que sus galletas hayan provocado más de una discusión entre los Obama y suya sea la responsabilidad de que el presidente duerma alguna noche en incómodo sofá de la Sala Oval. Pero no hablemos del tal sofá, sospecho que el tema le disgusta.

Hamad Al Thani es el monarca absoluto, o llamémoslo Emir, que suena más exótico, del reino de Catar, que aparte de probar si está bueno el tinto es un país mínimo en hectáreas y en libertades situado en el Golfo Pérsico. En él hay mucho gas, y no me refiero a cuando el Emir se echa la siesta sino al gas que viaja por un tubito y nos es vendido a los que vivimos en el siglo XXI para que nos fríamos los huevos, con perdón.

En Catar el Emir prohíbe que ningún partido se presente a las elecciones, y tiene sus razones, si se presentasen podría dejar de ganarlas él y el emirato, con todos sus gases, sus lexus y sus desproporcionados rascacielos, se convertiría en una democracia.

La Democracia es algo, piensan ellos, que podría llegar a molestarle a Alá, pero lo cierto es que Alá además de Grande es Inteligente, y lo que le encanta es que sus criaturas vivan en libertad y haciendo uso del mayor número posible de neuronas.

El caso es que, como pocas o ninguna vez oigo hablar de esto en los telediarios, y tampoco recuerdo habérselo oído decir a usted, me he permitido apuntárselo. Aunque claro, entiendo perfectamente que ahora mismo, y tal como están las cosas, la prioridad de su presidente debe ser protegernos de la perfidia de Irán, que como todo el mundo sabe planea invadir Europa de un momento a otro y tumbar la torre Eiffel para erigir un alminar. Permítame así esta mi modesta intromisión, haga lo que crea conveniente al respecto y sepa que el que suscribe es y será siempre un fiel colaborador suyo cada vez que haya un malo malísimo al que patear el culo.