la mejor droga de Zaragoza

La Droga Alfonso. Coso nº 5
La mencionamos por si acaso, antes de que se la lleve el cierzo.

Que la cosa está como para fiarse. Pon que un día pasamos por el Coso y descubrimos que en su lugar han montado un japonés, o un chino ajaponesado, de esos en los que se ahorran el butano, y de lo que lleva habiendo allí desde hace un siglo no nos dejan ni la efe.

El peligro es real, la soledad camina de puntillas entre los estantes, hace mucho que no oyen las pisadas de aquellos agricultores que bajaban a Zaragoza por un recado y que, antes de volver al coche de línea, se pasaban por El Plata a echar un carajillo. En una de esas les bendecía San Lamberto y una diosa prieta y teñida se les sentaba en las rodillas para cantarles la Violetera.

Las mallas metálicas se compran ahora en el Leroy Merlín, una empresa fundada por un hechicero negro, gay y cachas, que bailaba de puta madre en la High School for the Performing Arts y al que solía acudir Arturo Pendragón a fin de solicitarle algún genérico de Viagra con el que quedar como un rey. Su señora llevaba ya un tiempo poniéndole los cuernos con un caballero canario.

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