captura: Grupo InTv |
Me he perdido haciendo números,
operando soy más torpe que bailando el Lago de los Cisnes, es más factible
que le marque un tanto a Casillas a que haga una regla de tres sin escribirla
en un papel. Cada uno tiene sus limitaciones y las mías las llevo con madurez y
dignidad. No obstante Pitágoras siempre fue un cabrón.
Mi acalculia me acompaña y me
discapacita para jugar al mus, me ha marginado desde mi época de estudiante y
ahora, apenas superados aquellos complejos de instituto, no consigo visualizar
cifras con más de siete ceros y me mareo cuando Ana Blanco las recita como si
recitase el soliloquio de Segismundo. No puedo cuantificarlas en mi mente sin
sentir un pánico existencial, y mira que le echo imaginación, pero es como
imaginarte a Isabel II de Inglaterra levantándose a mitad de noche para hacer
pis, imposible y desagradable.
Me hallo a oscuras, desconociendo
el modo de racionalizar mi indignación, y para darle una base científica a mi
cabreo intento desplegar virtualmente ese monto encima de mi mesa y echarle un
ojo. Cuento con la calculadora del reloj Casio, aquel pepinazo que me costó 5000
cucas en Andorra. El caso es que he llegado a ciertas conclusiones respecto a
lo que podría hacer el señor Bárcenas con sus veintidós millones.
Con ellos podría, por ejemplo, pagar
el alquiler a cuarenta familias durante los próximos setenta y cinco años.
O si lo prefiere, podría cargar con
los gastos de luz y gas de cien hogares durante cinco décadas.
Podría, si le apetece, llevarse al
Burger King a todo Madrid y pedirles un menú grande para celebrar el cumpleaños
de Monotoro, o podría, y quién sabe si le perdonaríamos así lo trapalero y
antipatriótico, un sábado cualquiera a eso de las diez, invitarnos a dos huevos
fritos, pan incluido, a los cuarenta y siete millones de españoles.
El bar tendría que ser muy
grande, ya lo sé, pero en mi barrio hay uno, que antes se llamaba “El Tudelano”
y ahora lo llevan unos chinos, que tiene un salón para comuniones enorme.
datos sobre energía: OCU.