calle de Manifestación. Zaragoza |
Por eso no voy a decir nada poético de él, ni lo necesita ni mis abuelos le importan demasiado a la red.
Tampoco le importa a nadie qué disco puse para besarla ni cómo se llamaba ella -si pienso un rato me acordaría-, ni si después de tres horas de parloteo en la buhardilla me armé de valor y la besé.
El portón es el mismo aunque con cicatrices, los aldabones los quitaron, se llevaron el gran farol de forja que colgaba en el zaguán y la puerta por la que se accedía al patio de escaleras, que tenía los tiradores de bronce y los cristales grabados con las iniciales del propietario. El mármol fue más fuerte y se quedó.
De ahí para adentro todo lo que hubo y me importó cayó martillazo a martillazo con la reforma y las impías madres que la parieron.
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Nota: Este portal lo poseyó y traspasó a diario hasta sus penúltimos días el que fue alcalde de Zaragoza entre 1954 y 1966.
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