políticos en triciclo

una angelical votante de CIU

De vez en cuando la Democracia se acuerda de que es una señora, se acomoda bien la peineta y se deja de achuchones con políticos corruptos y zoquetes, coloca a cada quien en su sitio y endereza la historia en un pis pas.

La historia suele parecerse a un niño en triciclo, un niño desmandado precipitándose cuesta abajo hacia un charco de barro. La pobre Democracia, que tiene demasiadas cosas en la cabeza, no está a lo que debe estar, no reacciona a tiempo, nos caemos en plancha sobre el charco con la ropa de domingo y lo peor, sin presupuesto para contratar a la mamá del anuncio de Ariel.

Si bien la voluntad de algunos pocos siempre es respetable, admisible a trámite así pertenezcan al Partido Chachapoya, la voluntad de la mayoría va a misa y comulga, aunque anoche mismo haya pecado tocándose y esnifando pacharán. Hasta que a alguien se le ocurra algo mejor es el sistema más barato y que funciona, los griegos no se herniaron a pensar, absortos con sus cuentos de cíclopes y sirenas no dedicaron el tiempo necesario para perfeccionar el invento y este no siempre es infalible, hay mayorías descerebradas y caprichosas como un pijo entrando al Corte Inglés.

Sin duda no es el caso del 25N, pero aunque un millón y medio de independentistas hayan votado, lo han hecho divididos en dos partidos tan opuestos como Reikiavik y Coria del Río, por mucho que medie el mismísimo Wilfredo el Velloso nunca serán colegas, aún menos una buena pareja de guiñote, ennoviarse sería una aberración mayor que invitar a Rocco Siffredi al aniversario de Dolores de Cospedal.

Cuando nos sentemos a despotricar del tema con nuestros concuñados, lo cual es un derecho constitucional, no elucubremos más de lo necesario, las cuentas ya están echadas, si es para bien o para mal siquiera Anne Germain lo sabe.

No obstante nada es inamovible, definitivamente lo definitivo no existe, cualquier idea u objeto rígido y compacto es susceptible de romperse. De emplear el tiempo y los zapatos necesarios patadita a patadita se podría derribar el Kremlin. Incluso Jericó cayó, sin duda de aburrimiento, hasta los ovarios de levantarse cada mañana oyendo las repetitivas trompetas.


  .     .                          .¡Chicas! ¡Dejen de restregar y bajen!