el colega del spot de Paco Rabanne.


A este chavalote le basta chasquear los dedos para que su deportivo encienda los faros y acuda a recogerlo a la puerta de casa.

Impresiona pero no es para tanto. Ya hace mucho que un servidor enseñó a la gata a subir el coche del garaje e incluso pasarle un pañito mientras bajo.

Le basta también con hacer chas para que, en menos de un segundo, se deslice sugerentemente hasta el suelo el sugerente vestido de una sugerente rubia de piernas sugerentes.


Tampoco es gran cosa. De forma parecida, si bien haciendo uso de más dedos, y sobre todo de más tiempo, hablo de días o quizá meses, yo también puedo conseguir algo remotamente similar a eso.

Lo que me tiene roto es ver cómo lo único que tiene que hacer es volver a chasquearlos para que inmediatamente caiga a sus pies una bolsa llena de billetes de dólar.

Por lo que pueda ser ya tengo tres cajas de One Million de Paco Rabanne en el armarito del baño, y otras tres en el maletero del Opel Corsa.

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