elle me parle tout bas... / ... et je vois la vie en rose


Ensaya malabares con las tacitas de café de tu bisabuela, ráyale el Audi al vecino segurata albano-kosovar, confiésale a tu jefe que piensas en él cuando te duchas.

Suelta una carcajada oyendo una saeta al Jesús del Gran Poder, vende camisetas del Ché en el Valle de los Caídos, pásate por la Fundación Miró y di en voz alta que aquello lo pinta un chimpancé con tres plastidecores.

Encarámate a Canaletas exhibiendo unos calzoncillos del Real Madrid, entra vestido de torero a una herriko tarberna o pellízcale el trasero a la primera dama de una república islámica.

El caso es hacer algo que merezca la pena, que nos cubique el esfuerzo que hacemos por ser buenos ciudadanos bajando los tetrabriks al contenedor. 

Pero habrá que darse prisa porque esto son dos días, no te eslomes cavando un refugio nuclear en la parcelica que te dejó tu abuelo, para cuando llegue la hormigonera el pepinazo habrá sonado ya, ni corras cuesta arriba llevándote el portátil y la foto enmarcada de cuando jugabas en el Salesianos, la ola gigante igual te alcanzará y terminarás desnudo agarrado a la veleta de un campanario.

Vivir es barato pero no gratis, y si te quedas sin saldo te ponen en la calle  sin apenas trámite, sin indemnización y con una gilipollas con guadaña exigiéndote una fotocopia compulsada del DNI.

Quizá lo consiga ese que insiste en tamizar el fondo del río en busca de sortijas, o quien desguaza un cajero automático sin más tecnología que un cortauñas, quien para pagar el alquiler vende su alma o su Fender Stratocaster, quizá él o ella consigan el enorme privilegio de seguir vivos y -si así lo desean- coleando, quizá cuando suene la sirena del tiovivo puedan negarse a descender.

Cien años dando vueltas puede antojársenos excesivo, pero eso depende del caballito en el que vas montado, en el cerdito es muy incómodo, al ser redondo te resbalas. Lo mejor es el coche de bomberos, les puedes hacer moc-moc con la bocina a los niños mediocres que en cuenta de girar se conforman la pegajosa adicción al algodón de azúcar.

No negaré que algodón de azúcar sea un buen escape, pero no nos engañemos, no es mas que aire rodeando un palito, además el rosa es un color falso, casi nada es rosa en la naturaleza, siquiera el salmón, que es de color salmón, y aunque no hay duda de que Porky siendo rosa es el puto amo, también rosa es el coche de la Barbie y ésta no deja de ser una golfa depresiva y superficial a la que las minifaldas le sientan como un tiro porque tiene los muslos excesivamente separados.

Hay excepciones; un día quien que te quiere te acompaña al colegio, al psiquiatra o al aeropuerto de Boston para que cojas el vuelo número 11 de American Airlines. Entonces, en voz bajita, te suplica que aguantes, que soples y tires otra vez los dados. 

Si en cada beso quemas las naves, si como Don Quijote dejas apoyadas tus armas junto al pozo, la vida se las arreglará solita, se vestirá de rosa para tí desde la peineta a los tacones

 
Zaz: La vie en rose.