de terremotos y besos.

http://cvc.cervantes.es/literatura/escritores/m_hernandez/sunen.htm

Y mientras el que suscribe, con el permiso de Ramón Sijé, iba de su corazón a sus asuntos, el planeta giró más de una docena de docenas de veces. Tozudo y carente de imaginación siempre lo hizo en el mismo sentido.

Es lo que tienen los planetas, difícilmente cambian de opinión.

Así, unas veces por las buenas y casi siempre por las regulares, y en tanto este insano bloc se enmohecía como un roquefort bajo una campana de cristal, en el exterior de este disco duro la realidad se fue modificando.

Allá, en la otra punta, un cacho respetable del Japón se fue al garete, y todos aquellos que no nacimos japoneses coincidimos en decir que, caso de pasar lo mismo en nuestro pueblo, hubiese palmado hasta el moñaco verde de los semáforos, que es el que corre.

Aquí, a doce mil insolidarios kilómetros de distancia, a un servidor le tembló la tierra de otro modo. Cambió de trabajo, de labios que besar y un poco después de calle, de teléfono y de sistema operativo, amén de perder tres kilos y la fe en las Loterías y Apuestas del Estado.

Como decía la canción de Barón Rojo, y mira tú que referencias culturales tiene uno, todo está bien si tú estás aquí.

Bueno, allí.


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