de Gadafi corriendo todo loco por sus túneles.


Ya no hay Gadafi, cuenta una agencia de noticias dirigida por un monito de cuerda, que el sanguinario dictador huyó sirviéndose de la red de túneles secretos que parten de su palacio y desembocan en algún punto entre Bengasi y San Carlos de la Rápita.

De nuevo los hacedores del mal se han visto alcanzados por el sopapo de los amos del Norte, el Planeta ha sido salvado por los buenos,  se caía de cajón. Conviene ser -o ir al menos- con los buenos, aunque para ello nos arriesguemos a teclear mal las coordenadas del tomahawk y lo estampemos contra una residencia de niños sordomudos. A los buenos la Historia siempre nos perdona, por justificarnos no le importa terminar en una esquina con una minifalda y botas blancas hasta la rodilla.

Estos buenos que acaban de triunfar gustan de exteriorizar su entusiasmo disparando al aire sus kalashnikovs y saben bien que para sacar a un país de la ruina es imprescindible dedicar los primeros meses a destrozar despachos, apalear traidores y pegar fuego a los retratos del vencido. La red de saneamiento, las escuelas y los hospitales son superfluos, infinitamente menos prioritarios que equipar con modernos fusiles AK al ejército del nuevo estado.

Nos esperan unos meses de lógica indignación, hoy mismo los periódicos denunciaban que la hija de Gadafi vivía rodeada de mármoles, sofás ostentosos, albornoces color lila y piscinas climatizadas.

Una infamia que no toleraríamos jamás en occidente. Aquí todos sabemos de la austeridad con la que viven nuestros mandatarios, si la plebe tuviésemos acceso a la Zarzuela, así como al Elíseo, a Buckingham o a la Casa Blanca, no encontraríamos muebles lujosos, sofás caros ni mármoles, y por supuesto tampoco piscinas climatizadas. De hecho es muy frecuente ver a Letizia y al Príncipe dándose un chapuzón en el pantano de Colmenar Viejo y a las niñas de Obama tirándose de cabeza en una poza del río Potomac.


fotografía:



------------Yo me quedo con estos rebeldes.-

.