Ya no hay Bin Laden. ¿Y ahora quien será el malo?

 
Para localizar a un psicólogo es un poco tarde, se acuestan pronto porque los antidepresivos les dan sueño, podría llamar a uno de Argentina, en Bs As es de día, pero me he quedado sin tarjeta de pre-pago, o de post-pago, o de Pago-Pago, no sé.

Coinciden los periódicos de aquí dentro con los que maltraduzco de fuera, The Times, Le Monde, izquierdas, derechas, Público, La Gaceta, el Coyote, el Correcaminos, no hay lugar para la duda, todo el mundo dice que las cosas  sucedieron tal y como nos han dicho que sucedieron, no faltaba más ¿Alguna vez nos han mentido?

Y es que hay que ser muy cabrón para dudar, ser un maldito incrédulo, poner patas arriba a un indefenso gato, los norteamericanos son profesionales de estas cosas, de ahí que les mosquease  lo de quemar dentro de casa la basura, no esperar al camión, estaba clarísimo.

Y no tenían Internet, esa era otra señal, y tele tampoco.

No, no es que la pusieran muy bajita, es que no tenían.

Seguro que escondían algo, además, cuando tendían la ropa, nunca se veían calcetines. Ya se sabe, Bin Laden no los usa.

Mi tía Adelina tampoco tiene Internet, y como su piso es un quinto sin ascensor, no sale casi nunca a la calle, Tele sí tiene, pero no se le oye porque, al estar sorda, se la pone con cascos.

Y la basura, la pobre, como vive sola y no gasta cajas de chococrispis, apenas la baja cada tres o cuatro días.

Di que ya han dado con el que buscaban, menos mal, porque si no un  día de estos los SEALS le destrozan la puerta, el taquillón isabelino del recibidor y la foto bendecida del Papa que tiene colgada en la salita. Y si el loro opone resistencia se lo abaten con una bomba de mano.

No, no ha sido fácil, siquiera para ellos, imagínense al soldado de elite que llega hasta el cuarto de estar de la discreta mansión fortificada (sin tele, insisto, no sé que tendrían en el hueco de la librería) y allí, él armado hasta las trancas, incómodo porque el equipo pesa un huevo, sudando porque  los muy ratas de los terroristas no ponen el aire acondicionado, y sólo ve tíos con chilaba y barbas largas.

Ponle una barba larga a Mortadelo y ya tienes un doble perfecto de Bin Laden. ¿A quien dispara ese pobre comando?, y justo entonces la parienta de Osama, con la mejor intención la buena mujer, pregunta a su marido si le sentó bien la morcilla de anoche, porque a ella no le ha dejado pegar ojo. El héroe americano localiza así a su objetivo y le conmina a entregarse, le conmina poco en realidad porque el objetivo se pone farruco. Llegado ese punto poco más puede hacer un SEALS que no sea reventarle el cráneo al objetivo.   

Después se piran llevándose el cadáver antes de que los vecinos se mosqueen por la bulla y los ladridos del perro provoquen que se líen a pegar en el techo con el palo de la fregona o peor, llamen al 091.

Todo dios a los helicópteros, cuatro helicópteros de combate que caben en cualquier sitio y hacen muy poquito ruido porque son modelos especiales diseñados para pillar terroristas, no como el que retransmite la Vuelta Cilista a España cuyo chuccu-chucu-chucu se oye desde toda la provincia.

Una vez cumplida la misión nadie más respetuoso y humano que un comando de acción de los EEUU, tal y como en las películas son gente curtida y con bíceps anchos como un pernil de Teruel, pero muy sensibles. Envuelto en una sabanita limpia, y para no ofender a los musulmanes chapuceando un entierro inconveniente, tiran el cadáver de Bin Laden al mar.

Nadie puede molestarse porque, ya cadáver, te tiren al mar, hay que ser muy tiquismiquis para ponerte borde por el hecho de que, después de asaltar tu casa y descerrajarte el coco, te den de comida a las sardinas. No me cabe duda de que Bin Laden se sentiría agradecido ante tal muestra de respeto.






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Foto: W F Morrison, inventor del Frisbee.