El alcalde enloquece.


Belloch es un suicida, dudo que todos los efectivos de la policía municipal hubiesen sido capaces de frenar la turba de jubilados que a punto estuvo de asaltar el Ayuntamiento, bien armados con sus tarjetas sanitarias afiladas como dagas.

Que lo diga Ratzinger, que otrora quemó herejes, de no mediar una sincera contrición, lo de vestir de rojo a la Virgen cual si fuese Michelle Pfeiffer en Los Fabulosos Baker Boys, conducirá indemorablemente al munícipe a la condena eterna.

Dicen los más malos que se trata de un rojo PSOE. No es cierto. La intención de la mudanza fue enternecedoramente buena, la posibilidad de pedir tres deseos en época de crisis es lo mejor que nos puede regalar el Consistorio.

De hecho a un servidor le sobraron dos, la paz en el mundo y todo eso se lo dejo para las mises.

Y no contento con excitar el hipotálamo de los habitantes más conservadores de esta aldea, hoy dividida en dos por los raíles del tranvía, para guindar el pregón la Concejalía hizo uso de un “Canto a la Libertad” transmutado en flamenquito, descontextualizado y agónicamente largo. Hubo síncopes entre el sector más radical de las peñas, acostumbrados al si te ha pillao la vaca jo-de-té.

Sin necesidad de ouija, Labordeta estuvo a un tris de regresar blandiendo el arpa e indignado por la inoportunidad. Más arpazos que el resto hubiese recibido Jerónimo Blasco, especialmente dichoso esa noche.

Juan Alberto Belloch, que no es muy de recular, manifiesta que morirá matando. La historia dijo algún cobarde que la escriben los valientes, cuente pues conmigo, excelentísimo, ésta ciudad de dos milenios ha de ser mucho más que la incómoda parada del AVE en la que se despiertan los viajeros que van de Madrid a Barcelona. La capital del Mundo futuro podría estar perfectamente aquí siempre y cuando consigamos crear en los chinos una adicción patológica a las frutas de Aragón.

No obstante, Sr Alcalde, la idea de levantar en la plaza del Pilar una réplica de los budas gigantes de Bamiyan a este bloc le parece un tanto arriesgada, quizá se debería posponer hasta las elecciones del 2015, de llegar éstas a darse.


                         Israel Dual en el balcón del Ayuntamiento

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